TALLER LITERARIO: El galpón (Micaela Sethman, 2do 1ra)


¿Por qué estaba en esa situación? ¿Quién me había mandado a en medio de la noche entrar en un galpón así como si nada? ¿Dónde se habían metido mis amigos? ¿Bajo la orden de quién ese tipo me apuntaba con su arma? ¿Me dolería mucho morir?
Si no mataba a la pobre chica me matarían a mí ¿Qué se suponía que tenía que elegir? ¿Seguir viviendo con la conciencia asesinándome segundo a segundo o morir siendo una buena persona? ¿Qué podía doler más?
Miré para todos lados buscando una salida pero no lo conseguí. Cualquier movimiento que hiciera llevaría al tipo a apretar el gatillo y acabar con mi vida ¿Y si gritaba pidiendo ayuda? No, me matarían antes de lograrlo. ¿Y si le sacaba el arma? ¡No! ¡Qué estupidez! No podría nunca ser más rápida que él. Aunque… Se veía bastante nervioso ¿Estaba temblando acaso? ¡Yo solo estaba escapando de los borrachos del puente! ¿Quién busca auxilio en un galpón teóricamente abandonado? ¡Yo! ¡Solo yo soy tan idiota!
“¡¿La vas a matar o quéres que mueran los dos en un segundo?! ¡¡A mí no me tiembla el pulso eh!!” la amenaza resonó en todo el galpón haciéndolo temblar.
“Cuidado con lo que deseás porque puede ocurrir” las tres personas en aquel galpón escucharon su propia voz susurrándoles aquella frase en sus respectivas mentes. No entendieron porqué, quizás fue un recuerdo, tal vez una señal...
¿Qué había pasado? ¿En qué momento había agarrado el arma y había comenzado a temblar? Acaso… ¿Era yo la que estaba arrodillada en el suelo llorando? ¿Cómo…? Con miedo miré hacia abajo y descubrí que mi cuerpo no era mío porque el mío estaba arrodillado frente a mí ¿Ya había muerto y acaso ahora estaba delirando? No, estaba terriblemente viva porque nunca había escuchado latir tanto a mi corazón.
¿Cómo había terminado arrodillado en el piso? ¿En qué momento había empezado a llorar como una nena? ¿Por qué me apuntaban? ¿Acaso era yo el que me apuntaba? ¿El jefe me habría matado sin que me diera cuenta y ahora estaba delirando? Veía a mi cuerpo parado y apuntándome, pero ya no era yo el que estaba ahí.
Tenía que ser un sueño. No había manera si no de que me viera a mí misma desde el punto de vista del tipo que segundos antes me había apuntado con el arma que ahora yo tenía en la mano. “¿¡La vas a matar pedazo de infeliz?!” Aquel grito que se escuchó por segunda vez, me hizo dar un salto que terminó con una bala llegando al entrepiso del galpón, en el que el hombre que gritaba y desde allá arriba se hacía el vivo, se vio obligado a callarse y dejar de dar órdenes por la bala recibida.
-¡¡Corré!!- Me dijo quien toda mi vida había sido yo, pero que ahora había dejado de ser porque yo era yo y estaba con el arma en la mano y no arrodillada en el suelo. Y así lo hice, corrí alejándome del galpón y del puente hasta que mis piernas me pidieron un descanso y se los di sentándome en el pasto y arrojando el arma lejos de mí, allá en el río. Miré mis manos, toqué mi cuerpo y nuevamente era yo.
 Nuevamente era mujer, nuevamente tenía diecisiete años, nuevamente todo parecía ser real aunque instantes atrás hubiese sido imposible… Cuando por unos minutos mi alma había visitado otro cuerpo para salvarme.

(Texto producido en el marco del taller literario que dicta en el colegio todos los sábados la profesora Eva del Rosario)

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